La felicidad parece, en algunas ocasiones, tan lejana y
ajena a nosotros mismos que nos hace sentir hundidos en nuestros propios pensamientos
negativos y oscuros. Hoy Cristo nos vuelve a decir: “Vengan
a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar...” ese
es el gran problema, que no acudimos a quien tenemos que acudir y buscamos la
felicidad en otras partes. Cristo nos da la alegría que brota desde lo más
profundo de nuestro ser y esa alegría se trasforma en felicidad continuada y
contagiosa. No olvidemos nunca que este tiempo de verano es un regalo para
reencontrarnos con nosotros y nosotras mismos/as, con los demás, con la
naturaleza y sobre todo con DIOS… disfrutemos de esta oportunidad y cambiemos
lo pesimista en oportunidad, lo negativo en retos y la tristeza en un resorte
que nos ponga en acción.
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