Termina la primavera, la explosión de vida, luz, color y sabor…
ahora toca recoger los frutos de nuestro esfuerzo y trabajo. La madre
naturaleza nos enseña que tengamos paciencia, que todo llega a su tiempo, que
no queramos adelantar acontecimientos. Los frutos son la recompensa por los
largos días de espera, de siembra, riego, abono, … no desesperes, el tiempo de
la siega ya ha llegado. Disfruta de lo recogido, 30, 60 ó 100, no importa, haz balance
y memoria, para que en la próxima siembra tu cosecha sea más y mejor. Dios nos
quiere alegres por los frutos, y nos recuerda la parábola de la semilla y el
grano de mostaza para que no perdamos el horizonte de nuestro trabajo y
dedicación en la vida como personas y como cristianos.
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